Mientras los blogs lloran este fin de semana,

y mis chicas superpoderosas (Noah, María, Ines),

son cómplices de mi dolor,

y escriben con letras sulfurosas

tan gruesas, tan vivas, tan tristes lo que es mi morir.

Yo, quisiera que mis palabras rescaten de mi sed de sordos suspiros,

lo que mi alma sin medida,

sin engaños buscó entre los pliegues de las nuevas nubes que la oscurecen.

Hacer de mis lamentos una estampida de besos

que lleven mis labios hasta los tuyos

y sin el temor, que ahora se sienta en mi espalda,

decir que guardé aquí un regalo maravilloso,

hecho de un sollozo que no logré controlar,

de la puerta medio abierta que aún espera por ti,

y envuelto en mi plegaria diaria

para que el te cuide como si yo estuviera ahí.

Así, hecho en el futuro del cual estoy regresando.

Ayer estuviste de cumpleaños

y perdóname por que no logré atrapar más estrellas para ti,

y mi cielo ya carece de las más luminosas

que de tanto en tanto regalo por ahí.

Quizás si mis ojos no hubieran estado tan nublados

mis sentidos habrían encontrado tu boca

para dejar un eco a tu lado

para que sepas que aún juego a “ser”.

Ayer quise reír mientras el llanto desesperado
intentaba ganarle al grito que no puede más

y que se muere en silencio tratando de entender,

de vivir, sin vida...

Intente decorar mi teléfono con una frase de amor,

así como un soplido de esperanza,

pero este aparato no entiende de distancias,

ni de corazones

ni de los celos locos de saber cuales son las calles

que ahora besan tus pies,

los que en alguna oportunidad pisé

mientras bailábamos solos de noche en la playa,

y reíamos hasta llorar.

Sabés?. Se me hace grande este mundo de silencio,

y mi espacio y mis hojas blancas

ya no tienden ni se retuerce con agrado

hacia tus ojos cerrados para mi.

Será que ya no me escuchas en el viento?.

Será que estará muriendo mi última fe?.

Yo... creo,

que ahora es el momento de unirme a esta tristeza universal,

por que acabo de sentirte morir aquí adentro,

y no quiero sentir este luto de nuevo.

Ahora, que agoté mi última página de esperanza de este blog

me despido y quiebro mis lápices para no volver a escribirte...,

y así quedarme con lo bello

y no comenzar de nuevo con líneas amargas

y a sufrir.

Que dificil es decir adios cuando el corazón quiere quedarce

(sin cerrar paréntesis y tres puntos)

.

Estoy buscando urgente otra estrella para completar de una vez por todas mi espacio de cielo, ese que habita entre universos complejos que se confunden con oleajes de pétalos de lirios que vienen meciéndose en la brisa del espacio. Porque son esas estrellas las culpables de los versos, de los veinte poemas de amor y una canción desesperada.

Quiero ser libre de estas constelaciones inconclusas y tener tiempo para ordenar y preparar mi cama para tu regreso. Poder ir de lo divino a lo ordinario, para recordar juntos cuando caminábamos mojándonos los pies y lanzándonos agua del lago turquesa.

Poder darte un beso y disfrutar sin más lírica que mis ojos perdidos en los tuyos, sin cartas ni pergaminos. Jugar a ser remolinos de viento que atrapan las hojas de este otoño para crear mosaicos sobre los adoquines húmedos y colorear ahí donde no llega calor.

Descubrirme queriendo llevarte a disfrutar de un atardecer con melodías desencadenadas, quizás cortar flores del parque y correr, y correr para que el jardinero no nos maldiga, o talvez invitarte a mis amaneceres compartiendo una taza de café tomada de mi brazo.

Sacar las fotos olvidadas del cajón y desempolvar esos momentos en que acostumbraba decirte te quiero. Desdoblar el primer poema que inspiraste y que aún llevas entre tus documentos, e intentar leerlo sin reírse de mis torpes palabras de amor.

Hacer de los recuerdos de la primera vez un dibujo en el futuro, lanzando brochazos de pasión, donde no se entienda nada... porque es amor.

Oh quizás... te pediría que lances un beso de fuego a mi cielo

para que alumbre como la estrella que falta.

Aquella que pegue hace tiempo en tu cuerpo para que no dejarás de iluminarme)...

.

Quiero que despiertes,
me huelas en el aire
y desesperes por tenerme.

Que desesperes
por mis manos recorriendo tu cuerpo
y por mis brazos
que van tatuando poemas de lujuria en tu piel.

Que desesperes por una nueva locura de amor
que no tiene mordazas.
Como dos fieras deseosas,
descarnandose en un fuego
que logra sacar chipas de los hielos
en cada sorbo de amor que vas bebiendo.

Ser cómplice con esta mañana fría
que nos descubre y no nos respeta,
con la luna compañera de tantas noches,
con lo vidrios empañados,
con mi sudor que ahoga tus pechos
y el tic-tac del reloj que suma un minuto más de amor.

Haciendo de cada beso desesperado
un mutilador de los sueños no realizados.
Para encadenarnos a las sábanas blancas
en una condena hasta la muerte
y desencadenar explosiones de amor sanguinarias,
donde no queden fantasmas y paredes en el cielo.

Sellaremos con un pacto de silencio
este amanecer de pecado
y con nuestras almas impúdicas
blasfemaremos sobre otros amores alados,
rayando las murallas
con la sabia de nuestros gemidos.

Así dejaremos un rastro que estimule a la piel
para que millones de ojos nos sumen y lancen sus dolores,
y nosotros en esta fiebre de sudor
redimir las culpas del desamor del hombres.

Porque en vela moriré
cuidándote de otro amanecer profano,
protegiendo tu cuerpo desnudo
de las caricias de otros susurros,
custodiando tus sueños,
esperando tu primera sonrisa,
por que es verdad que tu sonrisa detiene el tic-tac del reloj,
y así regalarte caricias
para ser un río correntoso
que con pasión va acariciando tus piernas
y humedeciendo tus cavidades.

Probablemente, pida perdón al mundo por tanta felicidad,
te regale un poema improvisado
o el llanto del cielo para que nos moje sin piedad,
y riamos a carcajadas,
por que no existe mañana
sin un amor letal
que me invite después de muerto
a seguir creyendo que no existe el fin de los tiempos,
por que aún así como fantasma
recorreré tu cuerpo
y sabrás que soy yo el que te adora
y abre tu boca con mis húmedos dedos.Será necesario que te diga que te amo?)...

.

Y ahí estabas...
Y el mundo desapareció y el tiempo se detuvo como en una postal de amor.
El cielo lloraba como es usual cuándo uno retorna al sur.

Con puro vino amargo y palabras comunicadas al viento, durante mil vidas,

comprendí que tu recuerdo me había tatuado sus heridas en mi cuerpo

con las cuales ahora pagaba

mi oportunidad de estar ahí robándote tus amaneceres .

La distancia ahora no eran fantasmas de noches eternas

porque el sueño había logrado sobrevivir

al dolor inmenso que causaron los inviernos de soledad.

Y estabas ahí...
Y mi cuerpo en temblores se confundía con el viento gélido

que celoso arremetía maldiciendo.
Con mi equipaje de sueños a mi costado, me detuve para verte.

No existe ni existirá más silencio que ese silencio,

ni complicidad en el reflejo de nuestros ojos extasiados de alegría.

En un abismo de belleza se estrellaría mi cuerpo,

mientras el viento clavaba alfileres en mi piel.

La falta de aire secaba mi boca y con tu sonrisa mi corazón se volvió lágrimas.

No podía avanzar porque se me nublaba la vista,

y mi alma desataba tempestades frente tu imagen.

Si, estabas ahí...
Y mi corazón recordó cuando rompimos de un beso miles de estrellas en la noche.

Esa noche que tu cuerpo tiritaba de frío,

y te abrace con tanto amor que nuestros sueños se hicieron uno,

y nunca más esa infinita distancia me separó de mi razón de ser,

por que entendí que nací para batallar con en el viento y el frío que te acarician.

Si ahí estabas...
Y no fui tu encuentro...,

paralizado de terror vi como tu pelo jugaba con el Kóshkil

mientras tu imagen sinuosa y rostro resplandeciente

disolvían y hacían nada la distancia.

Nuestras manos en comunión se fueron al encuentro de nuestros rostros,

nuestros dedos disiparon las lagrimas,

y el silencio siguió siendo silencio

mientras a gritos nuestros corazones vaciaban las separaciones

y se colmaban flores como en primavera.

Si, ahí estábamos...
Los dos en mundo propio,

construido con un grito desesperado al cielo de un te amo

que iba y venía atravesando nuestra historia.

Si, ahí estábamos...
Su cuerpo estaba tibio y mis manos recordaban con detalle su rostro luminoso,

que alumbro mi vida cada vez que se cerraban mis ojos.

Nos besamos como dos niños que por primera lo hacían...

mudo de saciedad descubrí que sólo su sonrisa me faltaba para volver creer

que las hojas en otoño son amantes de la danza cadenciosa

en las calles húmedas de mi alma.

Y sin dejar de besarnos,

en mi boca susurro el eco de su voz diciendo...

Mira... llegaste y sólo eso bastó,

porque el sol rompió las nubes celoso de nuestro amor)...

.